Diez hectáreas de brezos, pinos, laureles, madroños y sabinas son hoy el embrión del corredor de laurisilva que pretende unir los macizos de Anaga y Teno.
A lo largo de millones de años, los bosques de laurisilva cubrían gran parte de los trópicos de la Tierra, pero desaparecieron de muchos lugares hace 10.000 años debido a que el clima se volvió más cálido y seco.
Si embargo, el suave clima de Canarias permitió sobrevivir a esta flora exuberante, que se intenta recuperar con reforestaciones desde la década de los 80.
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