FRANCISCO BELÍN, Tenerife
"Si vas en busca de camarones como Dios manda y no los hallas aquí (Marisquería Ramón y El Rubí), no lo vas a hacer entonces en ningún lugar del pueblo".
Sirva a modo de credencial cuando los hermanos Ramón y Carlos
Plasencia detallan cuál es la columna vertebral de un concepto que el
cabeza de familia, José Ramón Plasencia Mesa, emprendió allá por el año
1982. "Si se pregunta a cualquiera de los proveedores de la zona,
difícil será que haya alguno que no nos surta el género fresco que
empleamos en ambos establecimientos", comentan los hermanos (a los que
se unen en la propiedad Esther y Óscar).
En realidad, el comentario que hoy nos ocupa es de esos que agradan,
más que nada porque no hay que hacer especial "encaje de bolillos" para expresar la sensación que es ante productos y elaboraciones que ya hablan por sí solos.
La idea es que en estos espacios, en los que la limpieza y el
servicio en sala pretenden ser rigurosos, se sostiene una calidad-precio
evidente, a pesar de las cornadas de la crisis económica. "El comensal
podría pensar, al contemplar la sala, el expositor de pescados y el
marisco, que se sale
de presupuesto para un bolsillo normal. Nada más lejos de la realidad,
puesto que aquí, pidiendo acorde con cada circunstancia, el cliente
pagará prácticamente igual que en otros locales con menos garantías,
pero saldrá mucho más satisfecho", apostilla Ramón.
En versión de este comentarista, crean que por ejemplo El Rubí viene a
ser ese "aparte gastronómico" para conversar en buena mesa con el amigo
y dar cuenta de un excelente arroz caldoso. Antes, por ejemplo, unas
medias raciones de boquerones en vinagre o un salpicón de huevas -¡qué
agradables y que difíciles de encontrar ya!- se reconducen con apetito
con unas cañas heladas o un Blanco Verdeo de Bodegas Torres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario